Al estudiar la ciencia de la insuficiencia, donde la única respuesta es la exactitud, encontré mi paz consciente. En un acto de valentía al reconocer la diferencia entre el deber ser y el querer ser, rompí el paradigma que me obligaba a verme reflejada en lo perfecto; fragmenté y labré una nueva construcción de mi propio ser encontrando que lo inexacto también es una fuente de verdad.